Llego tarde y muy cansada de una pequeña casita que tiene mi suegra en un cercano pueblo. Vengo de jugar en la tierra con mis hijos que duermen, de ver atardecer sin televisión, de cocinar en las brasas de la hoguera. Vengo con tomates de la huerta. Y con limones que huelen, y con manzanas. Vengo y descubro que sólo eché de menos dos cosas: a nuestras gatas y a ustedes. Y quiero que lean el principio de un magnífico cuento que editó sin sentido que es una de esas editoriales maravillosas de las que aún no he hablado. Sin verlo pierde mucho pero me gustaría que tomaran este inicio para buscar el libro.Una niña
de Grassa Toro y Pep Carrió.
Unos señores que tenían de todo
tuvieron una hija.
Era su primera hija.
Nació dentro de una botella y como se resbalaba cada vez que querían cogerla, sus padres la arrojaron a la piscina de la casa. Allí quedó flotando todo el verano. No le pusieron nombre.
(...)
Grassa Toro y Pep Carrión,
Una niña, Madrid, ediciones sin sentido, 2007.
4 comentarios:
Izaskun, siempreconhistorias también tiene olores de tierra mojada y me sabe bien.
Es una lástima que este tan lejos y no podré buscar el libro para saber si arrojo otra botella en el invierno.
Soy un niño perverso así que megustaría que el cuento no tuviera un final felíz.
Un abrazo en volantín.
Sergio Astorga
Me encantan los finales felices. Acaso el gozo no es parte.
Sobreviviente----lindo nombre¿no?
A mí siempre con historias me sabe a lava, de la buena.
Abrazo
Alejandro
Hola Izaskun, lo importante es que vienes.
Gracias por estar siempre ahí.
Gracias a los tres por su visita. Me gusta el olor de la tierra mojada, Sergio, y el olor del mar rompiendo contra mi cual lava me da la vida. Estoy, Mónica, aunque no me hallo yo.
Gracias y sepan que el cuento (los siento Sergio) termina todo lo bien que puede una niña que conoce fondos oceánicos y alcantarillas humanas terminar.
De cualquier modo tieremos, sí, botellas.
Abrazos volcánicos,
Izaskun
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