A Sergio Astorga este trozo de lo sentido
Fue como realizar un viaje al interior de mi yo no asumido. Salir de la luz plena del cielo quiteño y acercarme, en cada curva, a la turbia luz de la selva incomprensible. Desaparecen las siluetas monumentales de las montañas andinas y empieza la llanura serpenteante. Por la ventanilla asoman cascadas de agua dignas del mejor folleto turístico, niños de sonrisa amplia, paredes de roca para deporte del turismo europeo, prostíbulos de puertas abiertas y niñas en pijama, balnearios de lujo... La vida en una carretera.
Fue lento y profundo. Se hace negro en un túnel sin fin. Tras su boca un paisaje que presagia selva. Entonces otro túnel inesperado. La oscuridad es absoluta. Miro directa a mis miedos. Se abre el cielo y ya es de noche. Las cinco de la tarde. El suelo embarrado. Un túnel más. Me pierdo en mi infancia, recuerdo a Carpentier, siento que busco los pasos perdidos. No podré soportar un nuevo hueco. Y se acerca otro túnel.
Respiro buscándome dentro. El último túnel está en obras y hay que bordearlo por la carretera vieja. Bajo las ruedas el precipicio que lleva al río. Cierro los ojos. Me siento. De pronto toda la piel se me hace conciente. Noto su respiración. Pienso en total silencio.
Mi compañero de trabajo, el joven Pato, saca las fotos callado. Llegamos al Puyo en la noche prematura de la selva. Le pedimos al taxista que nos lleve a un sitio céntrico y barato donde pasar la noche. Nos deja frente a un pequeño hotel situado junto a la plaza del centro. Le agradecemos y pagamos el transporte sin precio de extranjeros. Dos habitaciones individuales, 6$ por persona. Me siento invasora.
El Puyo es la capital de Pastaza, una ciudad que no lo parece, con silencio de tierra hospitalaria. Me ducho despegándome costras de prejuicios previos y salgo a pasear en la noche. Me siento a cenar en un comedor atestado de personas del lugar. Seco de pollo. Caigo en la cuenta de que no siento el tiempo. Nunca llevo reloj. Pero no es eso.
Me percibo alerta. Como si algo terrible pudiera suceder en cualquier momento. Como si faltaran escasos segundos para rodar la escena definitiva. Como si la vida pudiera quebrarse en cualquier movimiento. Anoto en la servilleta: "quietud de tensión extrema." Hay alcohol en las miradas cuando me voy a dormir. Sola.
El sonido de la lluvia me arrulla el sueño. Descanso tranquila. Bajo la ventana una pelea que incorporo a mis sueños. Hay algo violento en la exuberancia desbocada de la naturaleza que nos cerca. Me levanto a las cinco para caminar el silencio. Abro mi piel y miro. Me atrae. Y no lo entiendo.
Me asqueo ante las fotos de turistas blancos asistiendo a ceromonias shuar o pintados como huaos. Me asombra la densidad de ese silencio que puedo sentir con todo el cuerpo. Desde muy dentro sé que hay algo que me da miedo. Me fuerzo a caminar despacio. El aire es agua. Estoy fascinada.
Me voy al trabajo. La gente nos acoge con extrema amabilidad. Cuentan, ríen, comparten. En un pequeño descanso la mujer a quien entrevisto me pregunta qué me parece su ciudad. No sé qué responder y le hablo de la neblina que nos cobija, de la cortina de luz y de las sensaciones que esa envoltura inmaterial me provoca. Ella me mira fijamente dejándome hablar. Cuando termino me toma las manos y clava sus pupilas en las mías. Habla: "En nuestra lengua Puyo significa neblina, agua en el aire, luz velada.... usted ya vivió esta ciudad, querida".
A la hora de partir estoy serena. Respiro despacio sintiendo la selva del otro lado. El pensamiento se me adentra a los orígenes. Me reconcilio con mis miedos y me vivo libre. Una parte de mí pertenece a ese silencio. La vida apreciada al fin, allí, en la antesala de la Amazonía.
31 comentarios:
Te dejé mensaje en facebook, pero no sé si lo leíste.
¿Puedo reproducir tu crónica de viaje en Letras de Chile? Me ha cautivado.
bes-osos calur-osos
Izaskun, "del aire al aire como una red vacía" decía Neruda y así con esta sensación ciega de un jardín perdido, te doy las gracias. Sabes que aunque sientas la puya, los corredores del cariño y el respeto transitan.
Cuanto deseaba leer la veta insondable de tus miedos, ahora preñados de selva, de América, de Gallegos, de José Eustaquio.
Ay cuanto trópico a quedado en la humedad de tus llantos. La angostura del aire, las espirales carreteras de la altura; la máscara del miedo donde el pan de la sonrisa amortigua la miseria.
Tu vestidura ya es otra, lámparas terrestres alumbrarán a los dormidos y espero que la cordillera crezca, te hinche el acueducto de palabras y sigas contando, ahondando tu selva negra con tu recuerdo del Puyo, de Quito todo, en el aire de tu aire.
No te enredes en tu silencio, soy voraz, quiero mas crónicas, busca tu vendaval, tus destellos rebeldes, tu geología de mujer, deja fluir el eco que te espanta.
Gracias por coronar los trozos del sentido.
Abrazos de torrenciales aguas.
Sergio Astorga
Gracias por compartirnos tu viaje y ofrecernos algo de ese Quito prístino. Finalmente los viajes son hacia la intimidad, haciendo un juego entre lo externo y lo interno. Abrazos.
Me ha gustado mucho sus apuntes viajeros. Viajar es una de mis grandes aficiones y poderlo rememorar como tú lo has hecho, todo un lujo
Un beso
Que bien lo cuentas.
Lo quiero todo.
Besos.
Que maravilla de narración; así es como yo la entiendo también: contando lo que se ve y lo que se siente. A los que no sabemos vivir sin una mochila en la espalda, se nos abren los ojos y todos los sentidos con esto que nos cuentas. Leyendo tu entrada y los comentarios, entiendo la dedicatoria, así que me uno a tu amigo Sergio para animarte a que sigas la línea.
Un abrazo
"Como si la vida pudiera quebrarse en cualquier movimiento...", y ya luego "La vida apreciada al fin, allí, en la antesala de la Amazonía". Para ver las cosas en su esencia, nada mejor que sacudirse o arrancarse de encima los prejuicios. Una maravilla de relato, Izaskun. La cercanía de la Amazonía, toda esa palpitación que tú transpiras, me recuerda tanto a José María Arguedas, o a Horacio Quiroga... Insisto, una delicia de relato. Felicidades y
un beso
Sencillamente formidable, literariamente bellísimo. Intenso, profundo, inteligente texto. Me ha enamorado "fue lento y profundo", "no podré soportar un nuevo hueco", "abro mi piel y miro", "el aire es agua"...genial.
Muchos besos.
hay lugares que ya conocemos aunque nunca los hayamos visitado... es cuando nos percatamos de esa correspondencia casi mágica entre los senderos interiores y los paisajes externos, confundidos en un único viaje
bello texto, Izaskun
un beso grande
Esos viajes hacia adentro, son los que busco y en los que a veces me encuentro, aunque luego queridísima Izaskun, no sepa transcribirlos ni remotamente, con la piel en los labios. Así como haces tú,mujer justa, que incluso a los miedos les brotan palabras hermosas.
Una sonrisa
Querida Abol tras el espejo. Te respondí en facebook y aquí lo rehago: puedes, siempre, tomar, cualquier, cosa, escrito, grito, gesto, que de mí salga y usarlo como te venga en gana.
En gran medida, y lo sabes, mi escritura es a ti debida.
Y, además, te quiero.
Beso-osos, mim-osos
Bien me conoces, querido Sergio. Y sabes que explorar geologías internas me causa dolores profundos que necesito pausar. Tus palabras me llegan, siempre, al alma más primigenia que en mí pueda quedar y que sí, tiene ahora antorchas de América quemando en lo hondo.
Nunca podré agradecerte tanto como me das, admirado amigo, mas procuraré satisfacer tu voracidad de mis vísceras americanas.
Un abrazo enredado en paisajes que quiero descolonizados.
Y mi mano, siempre.
Cuánta sabiduría siempre en tus palabras, Miriam querida. Viene a darme cuenta de los paralelismos dentro fuera leyendo la Odisea a mis alumnos de secundaria. Cómo disfruté aquellos momentos en que cada aventura leída en voz alta se convertía en mil confesiones de jóvenes descrubriéndose. Me añoro seño, además.
Un beso fuerte y muchas muchas gracias por estar.
Querida Ciberculturalia, muchísimas gracias por tus palabras. Me pongo nerviosilla cuando alguien que sabe tanto me anima.
Gracias.
Y todo te doy, Toro querido.
Muchas, muchísimas gracias.
Beso.
Queridísimo Arruillo. Paso momentos extraños propios de mi menoperipausia y de mí. Puede sentirme una mierda y en cinco segundo creer que sirvo para algo. El viaje me devolvió a la vida. Tus palabras, siempre, me animan.
Un beso grande. A N. más y más.
Querida-ísisma Gemma. Empiezo a pensar que enfermé de fiebres amazónicas. Estoy delirante y casi posesa luchando con el trabajo y con mi piel, y. Tus palabras son esenciales para mí, y para mi inseguridad. Te las agradezco siempre. Hoy, todavía más.
Gracias Mega Gemma. Muchísimas sinceras gracias.
Ay, Juanma, cuánta bondad siempre en tus palabras. A veces me pongo paranoica y pienso que alguien llama y te sopla, "Oye, Juanma, que esta loca está muy inestable, dale un empujoncito"... y bien que me lo das, y mucho, que sabes que mucho te admiro.
Gracias, Juanma escritor.
Besos a los cuatro.
Camille, tú dices bello, y yo siento tus palabras todas en mí.
Gracias por acompañarme en este viaje sin madeja.
Beso.
Así somos, querida Ilia, yo me miro en ti para avanzar y tú me besas y me justificas. Muchas gracias por todas las crónicas con que me has hecho viajar.
Para ti mis mejores sonrisas.
Y un abrazo vital.
_María_ será para mí un privilegio estar en tu blog, y además por esas latitudes que tanto amo.
Gracias a ti por comentar.
Beso.
Te vine a releer. QUé hermosa esa frase "seré sincera porque camino ya en la aceptación de mi transparencia"
Hermoso y bien contado. Seguro que es hermoso por sí solo. Allí donde está. Aquí lo es por bien contado.
Y cuánto duele, Miriam, y qué difícil se me hace este camino de aceptarme yo. Y cuánta vida ya pasada. Y cuánto dolor inútil. Muchas gracias Miriam. Muchas.
Es muy hermoso Nano. Y muy hondo.
Gracias por estar.
Me gusto mucho, saludos y a ver cuando te veo! Besos!
¡Adriano! Gracias, artista querido.
Nos vemos la semana que viene sin falta.
Beso.
Bellísimo texto para relatar la experiencia vital del viaje a Puyo. La descripción que haces del paisaje y de tus sensaciones y sentimientos es magistral, con la delicadeza y sensibilidad que muestras en todos tus escritos, pero aún más refinada. Me gusta esa sensación de algo intuído y cómo se remata con la frase: "usted ya vivió esta ciudad, querida". Impresionante círculo. Te felicito, querida izaskun. Y felicito a Sergio por haberse hecho merecedor de un texto como éste. Un abrazo.
Sergio se me ha hecho poco a poco merecedor de todo lo que de bueno pueda yo ofrecer, querida Isabel. Es un extraordinario amigo que siempre tiene el brazo tendido. Y mis palabras, no sé, tengo demasiado trabajo para serenarme pero me alegra muchísimo que te hayan gustado.
Un abrazo,
Izaskun, maravilloso. Lo he leído aquí porque no he podido en Letras de Chile, que por cierto no me extraña nada que se haya llevado el texto. Me has transportado con tus dos viajes, el que hiciste en bus y el que hiciste para tus adentros. Ambos fascinantes, como solo tú sabes viajar. Un abrazo.
Pues con envidiadas como tú será cuestión de que viva la envidia, MAribel preciosa. Muchas gracias pro tus palabras. Me vienen muy requetebien en estos momentos en que me tambaleo de nuevo. A ver cuando haces tú viaje a estas islas y nos abrazamos en directo.
Besos.
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