Miraba el mundo y reflexionaba.
Vio las guerras.
Y se dijo que habría que pintar de colores
los uniformes de los soldados,
y de sus cañones y fusiles
hacer ramas para los pájaros
y flautas para los pastores.
El niño vio el hambre.
Y se dijo que habría que atrapar las nubes
con un lazoo y hacerlas llover sobre los desiertos.
Y habría que llenar los cauces de los ríos
de agua y de leche.
El niño vio la miseria.
Y se dijo que habría que aprender a sumar,
a restar y a multiplicar, y después a dividir.
Habría que aprender a compartir el dinero,
el pan, el aire y la tierra.
El niño vio a los poderosos
comer, dar órdenes, proclamar y decretar.
Y se dijo que habría que abrirles los ojos
o expulsarles.
El niño vio el mar
y se dijo que habría que limpiarlo.
Y después sentarse frente a él, sólo para soñar.
El niño vio los bosques.
Y se dijo que sería bueno pasear, aventurarse en ellos
y escribir historias en las que perderse,
y después tumbarse sobre la hierba a escucharlas.
El niño vio las lágrimas.
Y se dijo qye habría que aprender a abrazarse,
a no tener miedo de los besos.
Habría que aprender a decir te quiero
aún sin haberlo escuchado jamás.
El niño levantó la cabeza.
Vio la luna con una bandera plantada en su frente.
Y se dijo que habría que arrancársela
y después pedirle perdón.
El niño miró el mundo
por última vez desde su isla.
Y entonces decidió...
...nacer.
Este imprescindible texto de Thierry Lenain está publicado por Kókinos.
El libro es una delicia con ilustraciones de Olivier Tallec.
Si lo encuentran en alguna biblioteca (en las de esta isla no acostumbran
exponer arte en secciones infantiles) o pueden comprarlo creo que lo celebrarán.
2 comentarios:
Pobres niños, qué cochambre de mundo les vamos dejar... Enhorabuena. JUAN
Muy emotivo Izaskun. Francamente, viendo como está el percal,uno piensa... Que podría resultar insensato procrear no?
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