viernes, 19 de septiembre de 2008

Bjorn o La habitación 217 o Las heridas de Ana o, de Izaskun Legarza

BJORN O LA HABITACIÓN 217 O LAS HERIDAS DE ANA.

Abrió la puerta de la 217 con desganada brusquedad, como corresponde a quien lleva más de quince años realizando las mismas mecánicas tareas cada mañana. Sin prisa -nadando en el sonido que la inundaba desde sus auriculares- empujó suavemente el carro metálico que portaba sábanas y toallas. Tan sólo dos habitaciones más y terminaría otra jornada.

Inspiró profundamente el dulce perfume de la ropa con los ojos clavados en el inmenso animal que, sereno y aparentemente protector, lamía el cuerpo herido, desnudo, sin vida, de la vieja profesora.
No pudo gritar.
No quiso.
Nunca antes habíai visto esa plácida sonrisa posada sobre los labios de la mujer hace tiempo conocida.
El timbre estridente del despertadoro interrumpio de manera inesperada la inquietante mirada que el enorme bellísimo oso le brindaba desde la cama.
Ana se levantó y, con desgana, se dirigió mecánicamente al cuarto de baño.
Bajo el estimulante chorro del agua dría intentó recuperar la memoria de su sueño. Pero pronto desistió y, enjabonándose, respasó mentalmente las clases que debía dictar aquella mañana. Demasiados años intentando transmitir su ya dudosa pasión por las matemáticas. Sin embargo una sonrisa atravesó su cuerpo cuando recordó que un nuevo alumno se incorporaría es día a sus clases.
Salió de la ducha decidida a vestirse y perfumarse con esmero para su nuevo estudiante.
Al finalizar la clase suspiró profundamente sintiendo que las correlaciones múltiples habían quedado definitivamente aprehendidas. Recogió sus notas despidiendo a los estudiantes y sonrió cálidamente cuando el chico nuevo se le acercó y le tendió la mano:
-Buenos días, profesora, mi nomrbe es Bjorn.
Apenas había pasado una hora cuando entraban, las manos enlazadas con tierna fuerza en la pensión que muechos años atrás escogiera Ana como residencia. Fue él quien tomó, con firmeza, las llaves que pendían de la mano de la recepcionista. En el rostro de Ana una plácida sonrisa contrastaba con el aleteo de su pechoi de nuevo apasionado.
Subieron caminando los dos pisos. Cuando cerró la puerta ella esperaba ya sobre la cama. Por fin iban a lamer sus heridas.

6 comentarios:

Mónica dijo...

Tengo aún que ponerme al día pero ya estoy por aquí y lo prometido, recupero mis visitas, y dejo mis besos.

Anónimo dijo...

Segundo Circulo copia escritos de otros:

http://nomeimaginomuerta.blogspot.com/2008_08_01_archive.html

es copia de:

http://mitintaazul.blogspot.com/2008/08/fin.html

JUANAN URKIJO dijo...

Bravo, por esta pincelada con sabor a travesura académica en el corazón de una ciudad anónima. Allí donde se entrecruzan el sueño y la realidad, allí supo estar Bjorn.
Creo que Ana lo sabía de antemano.

Besos, Izaskun.

PIZARR dijo...

Me ha encantado este relato Izaskun.

Ana anticipó en sus sueños lo que seguramente su subconsciente ya había adivinado iba a ocurrir.

Gracias por tus cariñosas palabras Izaskun.

Un beso

TORO SALVAJE dijo...

La 217 es una habitación hermosa y tierna.

Besos.

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Y yo sin responder comentarios, en aquella época, de los que hoy son mis más que selectos, queridísimos amigos.
Otra forma de locura la del piso alto, querido Toro.
Gracias.