lunes, 29 de septiembre de 2008

Escritora por necesidad, Carolina Coronado

Nació Carolina Coronado en Almendralejo (Badajoz) el 12 de diciembre de 1820. Mis referencias de esta mujer convencida de su necesidad de escribir provienen del mismo libro que ya cité cuando copié un fragmento de Juana Manuela Gorriti y al que regreso:
Caballé, Anna (dir.), La vida escrita por las mujeres II. La pluma como espada. Del romanticismo al Modernismo. Barcelona. Círculo de Lectores 2003.
Incluyo hoy a esta autora porque la estoy leyendo, porque su retrato es obligatorio y por la contradicción que representa respecto a la opinión de Natalia Ginzburg en referencia al acto de la escritura. Doña Carolina, nacida en 1820 y muerta en 1911 advierte:


"La cuestión de si las mujeres deben o no dedicarse a hacer versos nos parece ridícula. La poetisa existe de hecho y necesita cantar, como volar las aves y correr los ríos, si ha de vivir con su índole natural, y no comprimida y violenta. Considérenla sus defensores y sus contrarios como un bien o un mal para la sociedad, pero es inútil que decidan su debe o no existir, porque no depende de la voluntad de los hombres. Éstos pueden reformar sus obras, pero no enmendar las de Dios."


Y escribió esta mujer en su pueblo y desde su condición de hembra, en 1846, el poema que sigue:




Libertad
Risueños están los mozos,
gozosos están los viejos
porque dicen, compañeras,
que hay libertad para el pueblo.
Todo es la turba cantares,
los campanarios estruendo,
los balcones luminarias,
y las plazuelas festejos.
Gran novedad en las leyes,
que, os juro que no comprendo,
ocurre cuando a los hombres
en tal regocijo vemos.
Muchos bienes se preparan,
dicen los doctos al reino,
si en ello los hombres ganan
yo, por los hombres, me alegro.
Mas, por nosotras, las hembras,
ni lo aplaudo, ni lo siento,
pues aunque leyes se muden
para nosostros no hay fueros.
¡Libertad! ¿qué nos importa?;
¿qué ganamos, qué tendremos?:
¿un encierro por tribuna
y una aguja por derecho?
¡Libertad!; ¿de qué nos vale
si son los tiranos nuestros
no el yugo de los monarcas,
el yugo de nuestro sexo?
¡Libertad!; ¿pues no es sarcasmo
el que nos hacen sangriento
con repetir ese grito
delante de nuestros hierros?
¡Libertad! ¡ay! para el llanto
tuvímosla en todos tiempos;
con los déspotas lloramos,
con tributos lloraremos;
que, humanos y generosos,
estos hombres, como aquéllos,
a sancionar nuestras penas
en todo siglo están prestos.
Los mozos están ufanos,
gozosos están los viejos,
igualdad hay en la patria,
libertad hay en el reino.
Pero, os digo, compañeras,
que la ley es sola de ellos,
que las hembras no se cuentan
ni hay Nación para este sexo.
Por eso aunque los escucho
ni me aplaudo ni lo siento;
si pierden ¡Dios se lo pague!
y si ganan ¡buen provecho!

1 comentario:

Jacinto Deleble Garea dijo...

***






"¡Libertad!; ¿pues no es sarcasmo
el que nos hacen sangriento
con repetir ese grito
delante de nuestros hierros?"

Me dió que pensar.

Qué amargura transmite, espero que esto esté cambiando.

Saber encontrar igualdad sin despreciar la diferencia siempre es arduo.

Lo es para los individuos, pero mucho más para las comunidades.

Libertad, igualdad, fraternidad..., qué tremendas metas.

Gracias por compartir el texto Izaskun.

Hasta pronto.






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