Acabo de recibir una llamada que no debí haber contestado, pero lo hice. Al colgar el teléfono sólo me quedó el miserable llanto por mi impotencia: el asco y la rabia de saber que nada ha cambiado. Este relato (malescrito hace unos meses en la sala de espera de un médico) responde a los mismos sentimientos frente a las mismas situaciones y las mismas personas. Estaba en máquina de coser palabras pero hoy, en un vano intento de venganza (supongo), y con conciencia
de su poco valor literario, lo traigo.
Esta espera es, de algún modo, un estúpido retrato.
LA ESPERA
Cruzó la calle con el corazón encogido de inseguridad. Antonio la esperaba, como cada jueves, de pie frente a la puerta verde. Así era desde hacía ya más de cinco años: cada jueves un paseo; cada dos miércoles, si no había fútbol, cita en la habitación del hotel. Allí mismo. Así el podía ver los cambios de luz de su casa por la ventana.Desde la distancia se leía el reproche en su cara. Pero estaba allí. La esperaba. Un alegre revoloteo de mariposas en su estómago avivó en ella la conciencia del amor que la poseía.
—¿Por qué no viniste el jueves?
—Tuve que ir al Hospital.
—¿Otra vez tu viejo?
—No.
—¿Entonces?
—Yo. Es que…
—¿Tú qué —inquirió Antonio mientras le sujetaba el brazo con fuerza innecesaria.
—Nada. Nada importante. Me… me intoxiqué. Me hicieron un lavado de estómago y… no pude venir. ¡Lo siento!
Caminaron uno junto al otro, en silencio, hasta la esquina que cada jueves presenciaba sus despedidas.
—¡No más llamaditas de atención, eh gordi! Sabes que no me gustan los mimos. Espérame el miércoles en la habitación.Ella permaneció con la mirada baja mientras recibía el esperado pellizco en el culo.
—Hasta el miércoles, entonces.
—Sí, amor. Te esperaré en la habitación.
Ese miércoles tocaba partido. Ella lo sabía y se sentía por ello especialmente privilegiada. Se compró el perfume que a él le gustaba oler en su cabello, soportó con humor la dura semana de trabajo, cuidó cada detalle de su aspecto y esperó en la habitación.
Esperó. Lo había dicho y lo hizo.
Una hora después de la finalización del partido María, la mujer de Antonio, profirió un grito escalofriante desde la cocina. Él corrió a socorrerla y la vio. Estaba allí, en la habitación del hotel, esperando. Su cuerpo joven colgaba de la ventana sujeto por la cinta de la cortina con que se había ahorcado.
Antonio abrazó a su mujer.
—Tranquila, cariño —le dijo mientras la abrazaba. Se ve que la droga está empezando a hacer estragos en este barrio. Ven, ven a sentarte.
Tranquila.
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14 comentarios:
Dentro de mi cabeza suena pertinente, aunque no sé si fuera de ella alguien encuentra el nexo. Ahora mismo no tengo citas-antídoto para recetar (quizá el agua está demasiado fría a estas horas), pero si tienes tiempo, yo te recomendaría ver la película "Las Horas", que no gusta a mucha gente, pero que a mí me incendia el corazón.Es un retrato, un grito, una lucha.
En fin, aún es temprano para mí. Besos
Hola. Qué fuerte relato!!!! La violencia en toda su expresión. A veces creo que en estas relaciones siempre hay un goce del dolor y del sometimiento (lo siento, soy muy dura con este tipo de víctimas). Y sin embargo, el suicidio de ella es el último acto de liberación...Sí, hay llamadas que no hay que contestar, mejor escucharse en esos casos. Hay veces que uno puede colgar con un pretexto (me doy cuenta de que me estoy volviendo una persona ecuánime, o eso deseo, algo más cercano a la "normalidad"...)
Duro, sí señora, descarnado, lo he leído esta mañana y no tenía palabras y cuando un mensaje te deja sin palabras tiene mucho valor. Un abrazo.
Izaskun, voy a comentar la parte lieraria que me parece estupenda, con las virtudes que ya te conocemos, crudeza en decripción; un mirada atenta, firme; economía en el planteamiento de la situación o conflicto, evitas con soltura -te lo agradezco- los sentimentalismos; cuidas el desarrolo y logras un desenlace aniquilante. Me ha gustado mucho.
En la otra parte que tiene que ver con la cotidianeidad de nuestras vidas te doy un gran abrazo, que pueda mitigar los momentos difíciles que atraviesas.
Otro abrazo para la escritora.
Sergio Astorga
Cachalote y temido conocedor, seguiré tu consejo y reveré Las Horas que a mí sí me gustaron. Debes saber de mí si entiendes ese nexo que por desgracia no termino de romper.
Gracias por tu visita matutina.
*El agua fría, si es del mar, me sigue gustnado.
Un abrazo.
Izaskun
Querida Miriam, también yo soy crítica con este tipo de víctimas, es decir, conmigo. Hay algún goce, no sé si siempre, pero lo hay. Y de todas formas me parece que el que daña no queda exento de su malhacer por el goce del dañado.
Un abrazo sin poderes.
Izaskun
Gracias por tus palabras, Maribel. A mí, que no dejo de pensar la realidad más dura me sigue pareciendo malplanteado y poco descriptivo del sometimiento voluntario.
Sí, en cualquier caso, queda duro, me alegro de haber logrado alguito.
Un abrazo sincero.
Izaskun.
Fuerte duro y real. Tu relato descarnado y magnificamente construido.
Si supieras cuanto me he indentificado contigo/con ella...
afortunadamente un día pude desplegar mis alas y nunca mas volví a descolgar el telefono a llamadas que no queria responder.
Un abrazo fuerte Izaskun.
Hola Izaskún, con tu comentario me di cuenta de que me había metido tanto en la historia que mi comentario está un poco fuera de lugar. No, yo también he vivido ese goce del sufrimiento, pero cuando lo pienso, yo jamás he abusado de otra gente como ciertas personas de mí. No sé si hubo goce, quizás, lo que no hubo, en mi caso, fue un límite. Es chistoso porque el primer día de la creación empieza con una línea separatoria, que en hebreo es "kav" y que es la raíz de la palabra "atikva": esperanza. En tu cuento, la creación es a la inversa, línea entre la vida y la muerte. Ah, también hay un goce de hacer sufrir que es terrible. En fin, siguiendo a Sergio, mando saludos a la escritora.
El abrazo cura de cotidianeidades (me gusta la palabreja como los cotiledones y otros cotis) me ha funcionado. Gracias, Sergio. El abrazo a la escritora se lo envié por correo esperando que la pille antes de que llegue de regreso a la infancia.
Abrazo a tu presencia.
Izaskun.
Desplegar alas/velas, soltar amarras y navegar Triana. Tal vez eso hizo en su espera pendiendo del hilo. Me temo que él no entendió nada.
Gracias por tu visita y por tu aliento.
Un abrazo.
Izaskun
Gracias por tus saludos para esa señora que está volviendo niña. Igual que los de Sergio, se los enviaré por si le llegan.
Tus comentarios no me parecieron nada fuera de lugar y la línea sí es difícil de marcar.
Un abrazo de vida.
Izaskun.
Pues mejor hablaré solo de estas letras como relato. A mi me han encantado Izaskun, me metieron en escena, vi el interior de los personajes y el escenario y el final increible.
Del resto, prefiero no opinar porque no sería justa al hacerlo. La palabra trio trae a mi memoria malos momentos.
Un beso y espero que estes bien, aunque las palabras de Sergio me han dejado un poco preocupada.
Gracias por tus comentarios siempre, Pizarr, qué gusto saber que estás. El relato brotó muy sentido y rellenito de despecho y lo consideré literariamente chunguito. Ahora veo que transmite cosas y me alegro. Mi despecho va y viene, pero una ola lo sepultará y ellos no podrán más contar conmigo. Espero.
Muchos muchos besos a las dos.
Izaskun
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