lunes, 9 de febrero de 2009

MI AMIGO SERGIO


Estoy desasosegada. Desinquieta dicen por estos lares y no me hallo decíamos en mi adolescencia malagueña. Estoy extraña en mi cuerpo menopáusico y en mis tiempos. Ajena de mí y perpetuamente cansada, me encuentro. Pero quiero seguir. Me propuse este ejercicio de tecleo al desnudo público y no quiero cesarlo. No, al menos, mientras no sea la yo que conocí quien lo decida. Recurro entonces al viejo truco de pedir ayuda a un amigo, y tiro de Sergio. Todos los que aquí vienen (creo) conocen los Antojos de Sergio. Hoy yo abuso de su amistad (algún día les hablaré de ese fantástico acontecimiento) y reproduzco su texto de hoy para que brille con luz propia donde mi hueco queda.


















Gracias a todos.











Gracias a Sergio.








EL SOMBRERO LUMINOSO











No podría ser de otra manera, las cosas toman el temperamento del que las usa.





- Exageras. Las cosas son cosas. Se compran, se usan y se tiran.





-Las cosas chupan el carácter de su dueño. Te digo. Así como los animales, se parecen tanto a las personas con las que viven que se personalizan.





-Exageras, ¿cuándo se ha visto tal cosa?





Mi café se enfriaba, sentado en mi mesa de costumbre con mi periódico y mis notas de las ventas del día anterior, no podía evitar escuchar la conversación de dos hombres que estaban sentados a mi lado. Podía distinguir en uno de ellos una cicatriz, todavía encarnada, correrle a lo largo del cuello. Tenía una cara larga, escurrida, como si la viéramos a través de un vidrio mojado; el otro tenía una cara ancha y una voz sonora como de tambor militar.





-Te digo. Yo puedo demostrarte. Tengo ejemplos inapelables. Las cosas toman el carácter de sus dueños.





-¡Que terco!





-¿Recuerdas a María Paredes?





-¿La que murió de pulmonía?





- No murió de pulmonía. Murió de rencor.





-¿De rencor? Yo fui al hospital y hablé con el doctor que la atendió.





-María Paredes era una mujer envidiosa, ¿no? Deseaba siempre los vestidos de sus hermanas. Pues uno de esos vestidos la asfixio.La cicatriz parecía que reventaría en cualquier momento, el de la cara ancha jugaba con una pluma roja mientras respiraba complacido.





-Es una historia estúpida. Cada día estás más loco. Se te está enfriando la cabeza. Deberías comprarte otro sombrero.





-¿No me crees? Es natural. Pero yo vi como uno de los vestidos la asfixiaba. Las cosas tienen vida. ¡Mírate! Desde que mojaste tu cachucha estás como ella, escurrida y sin color. No puedes negar la evidencia.





-Es absurdo, es como si me dijeras que tú perdiste la razón por tener la cabeza al descubierto desde que perdiste el sombrero o que estás más gordo porque tus pantalones se ensancharon.





Mi café estaba helado, mi trabajo sin hacer y yo no podía irme sin saber en que terminaría la discusión. El tipo de la cara escurrida tomaba agua y el gordo un vaso de leche.





-Tu mismo lo has confirmado, el gato tiene las mismas pestañas que Mario y el gato tiene la misma manía de rascarse la nariz, de una forma, diríamos humana. Doña Rosa tiene la misma cara de su perra y el mismo olor.





-Tu lo has dicho: animales y personas, eso es común. Son seres vivos. Las cosas son cosas.





-Las cosas se humanizan. Observa a ese paraguas, tiene la misma forma de su dueño; y que me dices de José, tiene la misma cara de sus platos, y esa niña, mira como el vestido se pega a sus caderas.





-Cada día estás más perdido. ¿Pusiste el anuncio en el periódico?





-Si. Toda la semana.





-¿Te han llamado?





-No.





-¿Fuiste claro en el anuncio?





- Hasta ofrecí una recompensa. Aquí tengo el anuncio: “A la persona que encuentre mi sombrero castaño brillante con las iníciales BC en su interior será gratificado. Por favor comunicarse…”





Traté de disimular mi sorpresa. Salí rápidamente del café. Oculto en el abrigo un reflejo luminoso perfilaba el sombrero.Sergio Astorga.
Acuarela/papel 20 x 30 cm.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Izaskun que la menopausia nos coja confesadas amiga, nada será como antes, pero puede ser mucho mejor, en cuanto al relato de Sergio que te voy a decir?... pues que a mi tambien se me antojó robárselo, ¿porqué será?, lo tenía programado en el blog para que saliera esta noche, pero para que no se junten lo dejo guardadito un par de días.
Pasáte cuando puedas a ver las esculturas de Ripollés que tenemos estos días en la Plaza del Triunfo, creo que sus formas y colores estan cargadas de buena energía.

Un beso grande niña.

Sergio Astorga dijo...

Izaskun y Triana, mis queridas amigas, la menopausia,la andropausia, climaterio,bochorno,
sofocon; no me hallo, no me cuadro; aquí tristiando,son estados sublimados del antojo en su modalidad más libérrima.
Estar en SIEMPRE CON HISTORIAS engalana mis vanidades, estos abusos, sabenme bien.
Izaskun, no hay prisa en lo sereno. Ahora que me hicieron curandero, tal vez porque ya me bañé en la aguas de Catemaco, Veracruz, puedo decirte que para esos estados de destiempo no hay como poner un vaso de agua en la comoda, nuez moscada, una varita de nardo y al lado el Aleph de Borges, a cada dos parrafos beber un poco de agua y oler el nardo, la nuez moscada es para "enfeitar" puro goce estético.
Un abrazo que se antoje.
Sergio Astorga.
*Gracias

TORO SALVAJE dijo...

Gracias por divulgarlo.
Me ha gustado mucho.

Un beso y ánimo.

Raquel T. dijo...

¿Sabes, mi reina?... Que estos andurriales virtuales no serían lo mismo sin vosotros, sin Sergio ni sin ti, y que todo este viaje por teclado y pantalla vale ya la pena por teneros cerca, blog con blog ;)
Gracias a los dos por estar, enseñar y practicar lo aprendido.
Abrazos emocionados para dos...
PD: No ha aparecido aún menopausia alguna ni de tal calibre que pueda con mi reina...

Gemma dijo...

Qué relato buenísimo, Izaskun, éste de Sergio. Yo también lo creo: "Las cosas toman el carácter de sus dueños". Por supuesto que sí. Y si no, pregúntale al dueño y señor del relato EL TURISTA EXCEPCIONAL de la entrada anterior; que él de esas cosas sabe un rato largo.

Besazo

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Y yo sin responder aquí por ser el excepcional relato de Sergio el de la entrada, pero ahora sí:
Gracias Triana, siempre, por tu sabiduría y afecto;
Gracias, Sergio, por recibir mis antojos y enfeitarlos. Da resultado la cura. Probaré a cambiar el aleph por algún Cortázar un rato a ver si sigue funcionando.
Gracias, Toro, por mantenerme a flote. Cuánto te echo de menos y sólo ha pasado una noche!. Ánimo.
Gracias, Princesa de ensueño, porque tus palabras me hacen más mujer y menos achacosa. Puestos a vencer, venceré la menopausia, con tu ayuda.
Gracias, Mega. Desde luego que eso es lo que me gustó del relato, la convicción compartida de que los objetos también adoptan el carácter de sus dueños.
A todos abrazos.
Izaskun