No sé nada de Dino Lanti sino que este libro me gusta y que conoce muy bien a mi generación. Y ahí quería llegar yo en esta introducción que se hace hoy selva poblada sin orden aparente. A mi generación. Nací en el año 1963 (no sé qué tal fue la cosecha que bajo Franco decir Rioja era sinónimo de vino bueno y las añadas quedaban fuera). Tengo, fácil el cálculo, 45 primaveras llevadas a trompicones y muy poquitos amigos-as de mi generación. Tal vez porque mi juventud transcurrió fuera de esta tierra a la que volví sola, porque dejé amistadas en aquella vivida Granada, porque mi mente no da para la edad que el cuerpo mal lleva, porque abandoné a mi esposo (con él compartía generación) y me amancebé con el padre de mis hijos que resulta ser atrevidamente más joven que yo. Quizás porque me volqué en mis clases olvidando el mundo y cuando quise salir ya era muy tarde, porque me dediqué con ganas a mis alumnos, no pareció apropiado intimar con sus familias, y no tuve tiempo de volver a mis contemporáneos. No lo sé.
No sé por qué, pero entre mis seres queridos hay una parte (estadísticamente mayoritaria) que apenas llega a los 30, o los sobrepasa poquito como Patrick, gente que pasa de los 50 y muy, muy poquita gente de mi añada. Pero los hay, claro, y cuando leo este cuento siempre me río recordándolos, porque más de uno perdió el cabello y añora el pelo largo, porque otros se dejan largos los cuatro pelillos que le quedan, porque alguna se empeña en disimular las patas de gallo a base de fondos de maquillaje que arruinan cualquier economía de clase media, porque yo también me resisto a matar a la Wendy mamita de niños perdidos que fui. Para ellos, para mis contemporáneos, y para todas las amigas y amigos que me alegran las noches con sus comentarios, este cuento repleto de recuerdos.
PETER PUNK
Dino Lanti
Algunas veces me sube
la fiebre del sábado noche
y lo tiraría todo
por la ventana del coche.
Tiraría mi trabajo,
tiraría este espejismo
tiraría la toalla,
me tiraría a mí mismo.
Tiraría por un hilo
hasta tirar de la manta
y tiraría a mi esposa,
que no sé cómo me aguanta.
Pero antes de que comiencen
a rodar rompecabezas
Piter llama al interfono
con un pack de diez cervezas.
Piter y yo suspendimos
juntos en el instituto,
a los dos nos encantaban
los Sex Pistols y Escorbuto...
Pero el punk se equivocaba
con su habitual candor
pues al fin sí hubo futuro
y, si cabe, fue peor.
Cueros, chapas, clavos, crestas,
uno a uno nos quitamos,
sólo dejamos un aro,
aquél por el que pasamos.
Así nos fuimos quedando
atrapados en la noria
donde reina la anarquía
del palo y la zanahoria.
Pero no todos caímos,
ahí Píter se mantuvo,
y por lo único que pasó
fue por un vaso de tubo.
Y es que Píter decidió
seguir siempre de aquel modo,
pues cuando mejor lo pasa
es cuando pasa de todo.
Cabe decir que en su caso
seguir punky es una gesta,
pues ya no le queda pelo
con el que hacerse la cresta.
Ni puede dejar de un trago
cuatro litronas vacías
porque ahora una resaca
le dura dos o tres días.
Pero siempre habla de aquellas
revanchas de futbolín
y de cuando nos zurrábamos
cantando el God Save The Queen.
Y tan fuera del sistema
le fue dejando el futuro
que se estampó con la moto
contra el graffiti de un muro.
Yo, que ya estaba marchito,
¿cómo le iba a aconsejar
al muy capullo de Píter
que debía madurar?
No he vuelto a cerrar un bar,
ni a bailar el Should I go,
ni a vomitar en un muro,
desde que Píter murió.
MORALEJA
No hace falta ser Flaubert
ni el mismo inspector Clouseau
para ver que el asesino
de Peter Punk fui yo.
Dino Lanti, Cuentos cruentos,
Peter Punk, Ed. Thule, Barcelona,
2008, páginas 53-57.
12 comentarios:
Madre mía no sé por dónde empezar. Primero que te entiendo perfectamente que yo soy del 69 y tuve un novio que se hizo punk y oía Eskorbuto a todas horas y vomitaba en las esquinas y un día dejé de velo y no sé qué habras sido de su futuro por qué se ha quedado para siempre como un eterno piter punk en mi memoria... Que me ha emocionado tu introducción en verde esperanza y que he sentido una oleada de afecto, que no es ni mucho menos ficticia ni amanerada, por esa mujer que no conocía y ahora siento muy cercana a mí. Gracias Izaskun, por encontrarme y dejar así que yo te encontrara.
Que bueno.
Y que gráfico.
Te queda bien el verde.
Muy bien.
Besos.
Dejo a Dino para mañana, hoy sólo leí el verde, como quien lee entre líneas lo más querido, lo más importante. Yo creo que a cierta edad, a partir de los 25 o 30, los contemporáneos son los que tienen la misma intensidad de vivir, ahí se fracta el tiempo. Los que perdieron el cabello largo y la minifalda y se convirtieron en baby booms consumistas, ni hablar, nunca fueron verdaderos rebeldes. Algunos, como tú, no envejecen!
Un abrazo
Miriam
(Porque te quiero verde)
Izaskun, hoy hay rebeldía, a Dino lo dejo para otras generaciones y me quedo con el verde que te quiero verde, coincido con Miriam, los contemporáneos son los que tienen intensidades.
Si se trata de confesiones yo solo he vivido degeneraciónes, cundo cambias de mentalidad o de vida o de país y de lecturas, tu realidad es la intensidad y las coincidencias que te encuentras.
Cuando gustaba de Bach, mis contemporáneos gustaban de Led Zapelin, cuando gusté de los Boleros mis contemporáneos gustaban de la trova cubana, vivir tu tiempo cretivamente, es vivir a contratiempo.
Si pensamos en Rimbaud,ya todos somos extemporáneos, estamos de más en el mundo.
A mi me gusta ser tu contemporáneo.
Me gusta el verde y la soledad es de quien la trabaja.
Un abrazo contemporaneo
Sergio Astorga
Vengo de la mano de Marisa a ver tu blog y...me quedo.
Pasearé a menudo por estas líneas llenas de sensibilidad. Besos.
¡Pero qué hermoso retorno a la hermosura del verde, hermosamente señoreado aquí, en tu casa!... Pintémonos hoy de verde, el alma y la cara, que es su espejo, y, con ese verde nuestro, esperemos en la ventana al verde de la nueva estación, que ya llega, pavoneándose en su verdor. Y, cuando todo lo veamos verde, vayamos al rescate de Peter Punk, que aguarda, reclinado en verdosa espera, pese a que la resaca vaya a durarnos 2 días... pero que, seguro, serán verdes.
Abrazos en verde para mi reina...
Gracias a ti, Marisa, por tu comentario. Realmente creí que eras más joven y me encanta la anécdota de tu novio porque veo reflejado a muchos ex (amigos, conocidos). Me alegro mucho de compartir afectos contigo, llevaba mucho tiempo leyéndote en los Antojos y tenía mucho miedo de parecerte minúscula.
Un abrazo sin amaneramientos.
Izaskun
Gracias Toro. Sí que es gráfico Dino Lanti, tiene algunos muy buenos en el librito de marras, los enanitos en paro por la reconversión de los ochenta, las cinco primeras veces con las pajas mentales y manuales en honor a las chicas de moda en aquellos tiempos, las aperturas de armario...En fin, la vida en verso.
Gracias por tus apreciaciones todas. Me da miedo decepcionarte.
Un beso.
Izaskun
Miriam, de todos los colores te quiero yo, que tu inteligencia me sobrecoge y llena de sensibiilidad. Me honra sentirte amiga. Mucho.
Besos.
Izaskun
A mí me gustas tú, Sergio, me reconozco en esas degeneraciones, en las diacronías y en las síncopas. En los colores que tus aguas revelan, en las edades de los hombres.
Un abrazo.
Izaskun
Gracias por venir y comentar, Miguel Ángel. No imagino mejor mano que la de Marisa como guía. Un honor verte por aquí.
Abrazo
Abrazo de todos los colores a modo de anuncio de caramelitos para mi linda princesa. Gracias, siempre, por todaos y cada una de tus palabras y signitos, Raquel.
Millones de gracias y besos con todos los verdes (esmeralda, manzana, limón, botella, seco, azulado, aceituna, chillón, fresco, menta, esperanza y)
Gracias.
Izaskun
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