Aina reside en París, donde estudia, y desde allí la siento latir. Joven bella, esbelta e inteligente es Aina, que posee, por si lo anterior no bastara, una extraordinaria capacidad de trabajo y un innato sentido estético. Y yo la quiero y me enorgullezco pensándola.
Año 1990, con 27 años y mucho miedo inicio mi andadura profesional ante una clase de parvulitos. Treinta y seis niños y niñas de 3 y 4 años. Entre ellos Aina con sus ojos claros, su desmesurada altura, su voz firme. Aina me mira con recelo, Aina me cuenta que en la guardería pintó un pañuelo para regalarle a su madre, Aina se sienta a trabajar independiente sin necesidad de que yo diga nada. Y crece, Aina. Nos vemos en los pasillos y en las clases de música, se habla de su trabajo y su personalidad en los claustros. Nos observamos.
En el año 1997 Aina vuelve a ser mi alumna. Ahora son púberes de 6º de Primaria y menos de 36 los que conforman el grupo. Siguen Pablo, Dani, Inés, Aina... Hasta que terminan la Educación Secundaria Obligatoria en el año 2002 están junto a mi. Después ella también. Es una etapa difícil para mí. Me vence con excesiva frecuencia la inseguridad, el cansancio me crece, tengo problemas con los adultos. Me refugio en mis alumnos y emprendo un trabajo de investigación para una convocatoria del Instituto Canario de Estadística (ISTAC) con cuatro alumnos voluntarios (Marta G., Inés, Aina y Pablo). Ellos plantean el tema (estudio de las tribus urbanas en Santa Cruz de Tenerife), diseña las encuestas, las prueban y corrigen, las justifican y recogen los datos (más de 2000 encuestados). Yo sólo guío, aporto los conocimientos teóricos, los ayudo a subsanar errores, propongo cruces de datos (¿podrá hacerse un mapa urbano de las tribus?, ¿estarán los gustos musicales, el vestir, las formas relacionadas con el barrio de procedencia, con la ecomía familiar?), me encierro con ellos a trabajar días y noches como si fuéramos universitarios. Yo voy a cumplir 39 años y ellos 16. La forma en que Aina organiza y decide en milésimas de segundo me fascina. Es una estudiante brillante, conocedora del método, capacitada para el trabajo intensivo, buena colega. La investigación es un éxito, el grupo recibe un premio, viajan con una compañera y el director del centro a Gran Canaria. Yo estoy embarazada. El curso acaba y mi querido grupo se marcha al Instituto. ¡Me siento sola!
Algunos alumnos me visitan con cierta frecuencia. Entre ellos Aina. Estoy al tanto de sus éxitos en el bachillerato, de su evolución personal, de sus gustos. Sé que quiere hacer cine y me agrada. Es una de mis alumnas anómalas. Uno de esos seres que los envidiosos no pueden tolerar, una chica que estudia un bachillerato de ciencias con las mejores notas y que mantiene su idea de estudiar cine. Qué pena -me dicen algunos compañeros- una niña tan válida... podría estudiar medicina, física, matemáticas, lo que quisiera... qué disgusto para la familia. Pero afortunadamente los padres de Aina son sensibles, quieren a su hija, son cinéfilos y respetuosos. No hay disgusto. Aina se marcha a Barcelona y en la Escuela de Cine tiene una trayectoria tan brillante como cabía esperar. Y ahora París, y lo que llegará.
Aina es para mí una alumna inolvidable, una joven excepcional. Escribo este fragmento de mis recuerdos para que ustedes la conozcan, para que ella lo sepa. Para agradecerle todo el aprendizaje que me brindó, las lecciones que me dio, las miradas con que me desafió. Para agradecerle la infancia que compartió conmigo, la adolescencia me dejó presenciar, el cariño de su juventud que aun me llega. Y es que Aina, un día apareció en la puerta de mi clase con su hermano. Vivía ella en Barcelona y Pau me compartía ciudad pero no local de estudio. Les abrí la puerta del aula y me abalancé a saludarlos. Él me besó y preguntó: -¿qué tal?, Izaskun-. Aina lo miró con su peculiar mezcla de severidad y cariño y le dijo: -Pero, Pau. ¿Qué manera de saludar es esa? ¿Todavía no has descubierto que hay personas que no tienen nombre? ¡Nina siempre será mamá! ¡Izaskun siempre será la seño!- Entoces me besó.
Gracias. Muchas, muchas gracias, Aina.
Espero no decepcionarte.
Usé puntos y aparte. Lo prometo.
La fuente en la plaza
Hace 6 horas
18 comentarios:
Emociona leer ésto.
De corazón.
Hay personas que valen la pena.
Me alegro por vosotras.
Besos.
Aina se sentirá muy orgullosa de ti. Hay personas especiales que no olvidamos. Estoy segura de que tú también lo eres para ella. He disfrutado mucho leyéndolo.
Besos.
Es una entra preciosa, Izaskun, tan auténtica y sentida como la mejor literatura. Un abrazote
Izaskun sé bien de lo que me hablas...Plantar la semilla, verla crecer. Encontrarlos años después y ver los frutos es un lujo y una satisfacción que no tiene precio. Emocionante relato.Un abrazo muy fuerte
Dicen que somos breves en tiempo, pero yo nos creo eternos en el tiempo de otros; dicen que vivimos sin ver, pero yo nos creo con ojos en el corazón; dicen que somos aspiraciones egoístas, pero yo nos creo seres compartidos en aquello que compartimos... Y es que hay presencias y momentos, mi reina, que le proporcionan a la existencia lo que la vida le quita. Me alegro, pues, de que Aina y tú seáis presencia y momento.
Abrazos para mi reina, siempre mamá...
Izaskun, bellas remembranzas de enseñanza aprendizaje y es grato comprobar que la inteligencia tine un camino, que hay que cuidar para le bien de todos.
Un abrazo a la seño.
Sergio Astorga
Izaskun, que bellos recuerdos y dichosa tu que a "tus niños", los viste crecer en todos los sentidos, yo que guardo hermosos recuerdos de "los mios", nunca pude tener una continuidad en el contacto, afortunadamente se iban y casi no dejaban rastro en cuanto estaban bien.
Un abrazo
Querido Toro. Gracias por venir puntual y comentar. Claro que hay personas que merecen la pena. Aina, sinduda. Y tú.
Besos.
Muchísimas gracias, Maribel. Procuro no olvidar a mis alumnos y sólo espero no haber dejado una mancha negra de decepción en ninguno de ellos.
Gracias.
Un abrazo
Un honor recibir tu visita, Lauren. El texto es sentido, sí, porque Aina es una chica muy nítida en mi memoria. Espero que estés bien.
Un abrazo
Claro que lo sabes, querida Marisa. Seguro que tienes recuerdos de muchos, muchos alumnos que tuvieron la oportunidad de disfrutar de tus clases. Ya me gustaría a mí aprender literatura contigo.
Un beso
Una mamá acabadilla, princesa, que pasa momentos bajos otra vez y espera las letras de su niña con ansiedad no disimulada. Gracias por venir princesita. Gracias.
Por fortuna la inteligencia isigue teniendo caminos, Sergio. No siempre se hallan, bien lo sabemos, pero hubo fortuna en este caso concreto. Un día vemos juntos las películas de Aina. Yo sé que serán extraordinarias.
Un beso de discípula.
Izaskun
Queridísima Triana, muchas gracias por venir en estos días de tanto agite artístico para ti. Imagino tus recuerdos y la alegría de ver partir a esos niños, sabiendo que la vida los había ganado.
Un beso grande.
Deduzco de este hermoso relato que te acuerdas de nosotros... Yo, no poseo la virtud de expresar mis sentimientos como tú... pero quiero que sepas que si alguien merece unas palabras, eres tú...La profe!!. Cada vez que algo hermoso me ocurre o un sentimiento me invade, pienso en ti... ya que sin tu inmensa paciencia y magnífica labor yo no podría expresarlas..
Querida Izaskum, te sonará tópico pero no dudaré nunca al decir que has sido la mejor profe que he tenido... Un beso fefe.
Vidas inspiradoras, seguro.
Veo que le sirven a más de uno... (como a mí)
*
Querido Fefe, por supuesto que me acuerdo de ustedes, de todos ustedes y me acuerdo feliz de haber compartido días y horas. Tú sí te sabes expresar (evidentemente) y yo agradezco muchísimo que me consideres.
Mil gracias por entrar a comentar.
Muchos besos.
A mí me sirven, Cachalote, es lo único que tengo.
Beso.
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