CARRER DE CASP 2
Los viejos ya no sirven para nada.
Y menos para estar junto a nosotros.
Molesta su presencia, sus palabras,
sus ideas, costumbres y consejos.
Molesta la expresión de esa tristeza
que se asoma a sus ojos. Y molestan
si sonríen forzados, tolerantes.
Son seres disecados aún no inmóviles.
Su comprensión es pura hipocresía.
Miedo a que los echemos a un rincón
como un trasto gastado por el uso.
Que dejen de estorbarnos de una vez.
Que duerman en portales o enn el subway
y busquen su comida en los deshechos
que emergen de los cubos de basura.
Al verlos así, humildes, les daremos
en alguna ocasión, una pequeña
limosna. Es suficiente, pues son viejos.
Ya han vivido su vida muchos años.
Este poema que suelo utilizar en mis clases de ética con los adolescentes
pertenece al libro de José María Fonollosa que lleva por título
Ciudad del hombre: Barcelona y que en la edición hecha por DVD poesía
en 1996, se encuentra en la página 112. Por desgracia creo que refleja bien el sentimiento
de este norte inhumanizado hacia los viejos que por perder han perdido hasta su nombre
mutado en eufemismos como mayores, personas de la tercera edad, y otras formas igualmente hipócritas.
1 comentario:
Pues... no se, es bien raro, pero está bien escrito... se deja leer, pero el tema es como rarito. (en conclusión: el texto es bueno, pero raro) Más bien me parece algo irónico, sarcástico. Hay un texto -no me acuerdo de quien, que dice que para acabar con el hambre mundial y controlar la población, lo mejor es comerse a los bebés... y describe las mejores formas de cocinarlos. Esto es algo así.
Saludos. tu blog es interesante.
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