martes, 5 de agosto de 2008

Prisionero, Izaskun Legarza

Ahorré todos los días de los últimos tres años. Debía convertir mi columna en un castillo sólido que me mantuviera erguido y quería que la operación la efectuara el mejor especialista del país.
Por fin, hace hoy treinta y dos días, cogí el autobús hacia mi destino.
Tumbado boca abajo sobre la camilla sentía la mirada atenta de la especialista recorriendo mi columna vertebral. En su mano el documento que le había dado al entrar. Un tiempo eterno hasta que sentenció: ¡es un trabajo complejo pero puedo hacerlo!
-¿Está usted dispuesto a pasar ocho horas diarias sobre esta camilla durante treinta días?
-¡Por supuesto!- exclamé levantándome de un salto.
Treinta días de sufrimiento sobre la camilla. Treinta noches de dolor y expectación.
Ayer me retiraron el vendaje y dos espejos me permitieron admirar mi espalda. Enmudecí. El castillo tatuado en mi columna es bello, sólido, elegante. Apenas un pequeño detalle lo diferencia del dibujo sobre el que trabajó con esmero la especialista: la puerta en mi espalda está cerrada.
Estoy prisionero.

Prisionera también yo de este programita que maluso y no me permite separar mostrar el texto con los espacios que deseo. Todo se andará. Espero.

2 comentarios:

Mónica dijo...

Pues claro!!!!
sin dudas!!!

Todo se andará...

Abol dijo...

Kafka está en ti, Canariza. Me encantó tu Prisionero.
Está lindo tu blog en blanco.
Un beso, Lilian.