lunes, 22 de septiembre de 2008

El sueño de Pablo, de Antonio Ventura

En la actualidad hay en España, desde mi punto de vista, editoriales de la llamada literatura infantil que hacen gala de una calidad extraordinaria. Ya les he hablado en estas entradas de infancias compartidas (con mis hijos y me querida Ana, con algunos alumnos y ahora con ustedes) de algunas colecciones que parecen extremadamente interesantes como las de Thule en su colección trampantojos, las de MediaVaca en esos LIBROS PARA NIÑOS ¡NO SÓLO para niños!, las de Barbara Fiore. Quiero hoy hablarles de otra editorial de la que sólo poseo dos libros y los dos son fabulosos, la editorial los cuatro azules que se ha hecho hueco en ese mercado de la calidad literaria y plástica que por desgracia no abunda en las bibliotecas públicas de la capital isleña que habito. ¡No estaría mal un mayor compromiso político en este sentido, que ya vale con que tengan los niños de este archipiélago que ir en avión a ver la Pinacoteca Nacional para que no cuenten en las bibliotecas con libros cuya calidad puede, estoy convencida, guiar su sensibilidad sin perjuicio para la salud.
Y dicho, lo dicho, un fragmento de El sueño de Pablo, escrito por Antonio Ventura e ilustrado por Pablo Auladell en una estupenda edición de Los cuatro azules, Madrid, 2008.
Dice así:
A Pablo le gusta dormirse escuchando el sonido del mar. Aunque nunca lo ha visto, sabe por su abuelo, que fue marinero en su juventud, que el mar es mucho más grande que la pradera que se extiende a poniente, que tiene mucha más agua que el río del valle y que no se puede abarcar con la vista.
Pablo no es pastor, pero cuando no va a la escuela, acompaña a su hermano Andrés con las vacas, y antes de volver al pueblo le gusta contarlas, aunque a veces se euivoca, y tiene que ser Andrés el que le explique que el trece va después del doce y antes del catorce.
Pablo, además de ver el mar, excuchar las historias de su abuelo y salir con su hermano Andrés y las vacas a los pastos del monte, lo que más desea es aprender a leer.

Julia, su vecina, es la niña que más le gusta, y ya sabe leer, aunque él imagina que muchas veces se inventa las palabras que no conoce, pues cuando le pide que lea un cuento que su madre ya le ha leído alguna noche al irese a la cama, se da cuenta de que Julia lee palabras diferentes a las que su madre nombra.
(...)
Y aquí lo dejo (excesiva en colores hoy) esperando que se hayan enganchado y corran mañana a las bibliotecas a pedir el libro, a ver si así podemos acercar a nuestros hijos a sueños en que la palabra de madre, el mar, el amor, los pastos y los abuelos, las vacas, los peces y las nubes viven en fantástica armonía. Y ya de paso decirles que otro título de Antonio Ventura que hay en mis estantes compartidos es una delicia titulada Cuando sale la luna, ilustrada por Elena Odriozola y publicado por Thule en 2006.

3 comentarios:

PIZARR dijo...

A la que le dan ganas de salir corriendo al FNAC es a mí cada vez que te leo Izaskun.

Y es que no hago mas que anotar autores y libros para futuras compras y al final tendré que salir de casa para que entren los libros.

Pero gracias de nuevo por acercarme tantos autores que desconozco.

Procuraré no enfadarme con la vida... el día 7 vuelvo al quirófano de nuevo. La operación del 22 de julio al final se complicó por una infección y ya ves... A repetir la historia.

Supongo que te referías a estos enfados ¿ no?

Un beso

Anónimo dijo...

Querida Izaskun, gracias por visitar Los Convidados y gracias por tu comentario. No lo pude publicar porque me llegó como correo personal en el blog pero querría mencionarte una cosa: no sé por qué dices que llegaste tarde a tu vida. Yo dediqué mi vida a otros negocios y cuando por fin me decidí por la literatura y publiqué mi primera novela (Amarilis, allá por el 92) tenía cuarenta y ocho años de edad. Desde entonces llevo otras cinco, un libro de cuentos (además de un montón de relatos publicados en ya no sé cuántos sitios) más un libro de viajes. Ahora tengo sesenta y cuatro, estoy traducido a un puñado de idiomas, y tengo cierto reconocimiento como autor.
Todo esto para decirte que, a menos que padezcas una enfermedad terminal, y espero de todo corazón que no sea así, nunca es tarde para nada. Te confiesas una gran lectora y, si lo eres, ese es el único fundamento (y mira bien que digo el único) para llegar a ser una buena escritora. No hay otro. Ni clases, ni talleres, ni nada. En lo que escribes se percibe sensibilidad y talento. Lánzate. En el post mencioné a Bobby Kennedy. Me viene como anillo al dedo porque hay una frase suya que me encanta y te toca: "si no tenemos un sueño ¿cómo podemos convertir un sueño en realidad?"
Un beso
Antonio Sarabia

Sergio Astorga dijo...

Vengo Izaskun a visitarte
con una manzana en la mano.
Subido en una marimba
contemplo el sueño de Pablo.
Siempre con historias,
recibe un redondo abrazo.
Sergio Astorga