TOMÁS VUELVE A CELEBRAR

Hoy hace un año y un día que escribía sobre la preparación del sexto cumpleaños de Tomás un texto agobiado con el título de Me viene cumpleaños en el que comentaba anécdotas diversas de mis múltiples neuras en torno al papel social de madre y no hay más que una. Y hoy, un año y un día después, estoy de resaca de la fiesta que ayer le hicimos a Tomás en la casita que la madre de Patrick tiene en Tacoronte. Muchas cosas siguen igual (probablemente demasiadas) pero también muchas han cambiado (Tomás cumple siete añitos de mundanal ruido, yo no soy una profesora de vacaciones sino una señora en paro, Adalberto tiene aparato, mi hermana no vive en España, Ana estuvo en el cumple vía skype y tantas cosas más). Y aquí vengo de pesada a dejarles una crónica más ilustrada que meditada de la fiesta que ayer fue. ´
Tomás se lo pasó prescriptivamente bien y tuvo un extraordinario bizcocho de chocolate a modo de cofre pirata con bandera incluida que le hizo una querida amiga que no asistió. En la foto está soplando las velas que se reencienden que se encaprichó en comprar bajo la mirada atenta de Adalberto, a su derecha, y de algunos amiguitos.

Antes de las velas habían estado correteando el terreno en busca de un tesoro escondido cuyas pistas siguieron rápido y bien, jugaron a baloncesto y otros balones, saltaron a la soga-comba, se columpiaron, encontraron nidos de pájaros, capturaron saltamontes, escacharon arañas, coleccionaron caracoles y se ensuciaron dando fe de que lo pasaban bien.

El tesoro repleto de doblones de chocolate dorados y plateados hizo las delicias de los pequeños, los adultos hablaron, bebieron, comieron, no discutieron. Todo transcurrió aceptablemente bien y hoy, para nuestro placer, el calor abrió paso a una lluvia fina y refrescante que me permitió recoger los restos de la fiesta con una disposición positiva mientras fotografiaba telas de araña rociadas de gotas, plantas con globos explotados, pelotas distribuidas por la tierra sin orden aparente...

Tomás no ha cumplido aún años, lo hará el martes 11 de agosto (domingo en el año que nació) pero yo ya estoy madre insoportable considerando que todo fue mal, que cualquiera lo hubiera hecho mejor, que no atendí adecuadamente, que la casa quedó más sucia de lo que debía, que las niñas y niños no lo pasaron suficientemente bien, y que. Estoy rabiosa pese a las imágenes que esta mañana disfruté. Me duele la cabeza y me da asco considerar que la queja es mi razón de ser. Estoy asustada por las expectativas (falta de) de trabajo, por la gordura de límites desconocidos, por la ansiedad montaña rusa, porque nos vamos el miércoles a Madrid, porque este mundo no me convence, porque son sólo 7 y 8 años y debo cuidarlos mientras pueda, porque me siento incapaz, porque...
Estoy acongojada, como soy, como el cactus que pincha al globo, como la hoja que recoge la gota y la ve caer, como yo. Estoy acochinada por lo que no hice y , si no lo digo exploto yo, porque he recibido, recibí el viernes, los mejores regalos que jamás soñé y no sé qué hacer. Miren, por favor, en Ojo travieso y, si les apetece, coméntenme. Por mi parte, como en los boleros, sigo brindando el desastroso miedo que muchas veces soy.

A tod@s, un abrazo.