ParaSergio Astorga y Helena Braga,
amigos que me amparan.
ALZADA... Y CON COHORTE.
Los pies en tierra de nuevo para emprender el camino de regreso, y de nuevo abejas y cuyes, cerdos y lombrices, charla y sendero. Con los pies en el suelo, con la mirada cansada de luz y el cuerpo sudado de tiempo, recorro la senda con los dos hombres amigos.
Hace calor. En cada trecho una pausa breve para beber un sorbo de agua despacio. En todo el trayecto conversación animada, explicaciones sobre la contaminación de los riachuelos que cruzamos, nostalgias de otros tiempos, comunicación de proyectos de cultivos nuevos. Ganas, todo el tiempo.
Una joven embarazada trabaja con el rastrillo. Hablamos de la alta tasa de gestantes adolescentes y coincidimos en no aceptar argumentos climáticos. Continuamos.
A. se ofrece a guiarnos hasta algún hospedaje en el que pasar la noche. Aceptamos y recorremos con él la ciudad en un bus atestado de gente desde el que nos indica las zonas dedicadas al comercio, los lugares que no debemos caminar, los que pueden gustarnos, los que debemos conocer, los frecuentados en la noche, los... Al fin y al cabo somos turistas en la ciudad, aunque nos pese, y A. se comporta como anfitrión que nos acompaña al hotel:
-Buenas tardes, dos habitaciones individuales, por favor- digo con mi acento canario que suelen tomar por chileno.
-¿Para toda la noche o para un ratito?- responde la recepcionista amable.
Tardo un momento en entender. Miro a los hombres que me acompañan. Río.
-Para toda la noche- le digo suave.
-Son once dólares por cada habitación- continúa la joven. Saco el dinero y pago. Entonces, mientras escribe la factura, vuelve a la carga. -Si suben los tres tendrá que pagar una doble...
A. se ha puesto serio. Suavemente me empuja hacia las escaleras y se queda hablando con la señorita.
Asciendo.
La habitación es amplia y huele a limpio. Suelto la mochila y me descalzo: ¡adoro ser descalza!
Los ventanales dan a la calle principal que empieza a oscurecerse de modo que me ducho y salgo con Pato a cenar. Caminamos uno junto al otro, en silencio, sin olvidar los límites seguros que nos marcó A. De vuelta, antes de acostarnos, una cerveza.
Duermo bien aunque hay ruido en la calle. Me siento cobijada. Y temprano despierto.
Me levanto antes de que amanezca y tomo una ducha. El agua está fría y solo hay un grifo. No hay agua caliente si se considera innecesaria y estamos en una ciudad tropical. Me resulta extraño. Y razonable.
Salgo a caminar. La ciudad despierta repentina y ruidosa. La neblina no oculta los colores vivos que llenan las calles. Todo me es nuevo y desearía poder aprehenderlo.
A la hora convenida nos reunimos con quienes nos han de llevar a una de las siete comunas tsáchilas que hay en Santo Domingo. En el coche el hombre nos habla de la comuna, de sus miembros, del tipo de vida que llevan, de la vergüenza tsáchila en la comunicación con los otros, de las construcciones que están haciendo, de sus costumbres. Nos comenta el tipo de caña que se usa para fabricar las cabañas, el tratamiento que se les da, la propuesta de ecoturismo que están desarrollando.
Y la carretera es cada vez más barro. Y el coche da cada vez más brincos hasta que el conductor nos informa de que no podemos continuar porque ha llovido demasiado. Queremos seguir a pie pero nuestros guías nos lo impiden. Toca regreso. Volvemos entonces a la ciudad sin haber contactado con los tsáchilas y me siento frustrada. ¡Una vez más!
Antes de retornar a Quito un corto almuerzo con A. frente a la estación: sopa de cangrejo, pollo con arroz, café. Cuando subimos al bus llevo en la piel la decepción del trabajo inconcluso. Pero apenas hemos recorrido unos pocos metros sin salir de la ciudad cuando recibo en el móvil un mensaje de A. Leo: "Tenga cuidado no pise a alguna hormiguita de la legión que le envié. Ellas serán su escolta. Así estará protegida mi señora". Sonrío tragándome la amargura. Me voy de Santo Domingo alzada y con cohorte. No puedo desear más.
28 comentarios:
Por supuesto que me gusta mucho más como lo llevas dentro.
Ahí mejora.
Besos.
-Buenas tardes, dos habitaciones individuales, por favor- digo con mi acento canario que suelen tomar por chileno.
-¿Para toda la noche o para un ratito?-
jajajajajajajajajajajajaja
Es tan típico....me has traído recuerdos, me has llenado la mañana de ternura sonrisuda!
Tu viaje interior es inmejorable.
Un beso, Izaskun querida!
Estoy de acuerdo, es la mejor forma de relatar los viajes: como uno los vive, para otros menesteres más descriptivos, ya está la narración novelística o similar. A través de tí,podemos ver y situarnos ante esas experiencias tan sugestivas. No tiene desperdicio nada de lo que cuentas.
Abrazos
No entiendo otra forma de contar los viajes.... son, porque así los sentimos; y así se viven de veras, sin realidades que aplasten la capacidad de sorpresa.
Y luego esta esa tu capacidad para contarlo si cabe, todavía más profundo y hermoso.
Una sonrisa
Los viajes sucedieron como uno los sintió. Qué duda cabe.
Me encanta eso de que te hayan asignado una cohorte de hormigas para ir por ahí tranquila. ;-)
Un beso
PS: ¿Pagarán las hormigas suplemento en la habitación?
Comprendo tu frustración. Pero hay que aceptar todo o casi todo, en un viaje. Es tan contingente como la vida. Besos, querida amiga.
Sí: una historia, contada por diferentes personas se convierte en diferentes historias. Así debe de ser. Cada uno la vivimos desde dentro.
Así deben ser los viajes: algo íntimamente vivido, asimilado y guardado.
Escribirlo como lo haces es más real que la propia realidad.
Y, desde luego, mucho más bonito.
Besos.
Pues lo narres como es o como lo vivas es un lujo acompañarte en tu viaje. Y me encanta eso de "ser descalza", ahora que lo pienso qué suerte tenemos de ser desnudos.
Un abrazo.
La narración estricta de los hechos es un informe policial, un dietario. Solo tiene interés porque da a conocer unos hechos. Narrar es ponerse las gafas del ser. Lo haces bien. Lo de las hormigas es genial.
Por supuesto te quiero.
Gracias Toro bueno.
BEsos.
Muchas gracias, Lena querida, ya sabes sexo y trópico tienen uniones más que literarias...
Beso.
Querido Arruillo, gracias por tu comprensión y compañía viajera. Es lo que tenemos los mochileros...
Un beso gordo.
Y a N. más.
Todas las sonrisas a ti, querida Ilia viajera.
Todas.
Y un beso.
Muchas gracias, siempre.
Y no pagaron las hormiguitas, Gemma. Y el caso es que ahora pasean por mi cocina y no sé cómo explicarles que ya hicieron su trabajito.
Besitos.
Mi tolerancia a la frustración, querida Isabel, es nefasta. Pero sí, acepto la contingencia, y a veces, fue el caso, la disfruto pese a lo que no fue.
Gracias siempre.
Besos,
Querido, admirado Ybris, muchas, muchísimas gracias por el apoyo que me brindas.
Un beso,
Ay, María Jesús, que te salté sin querer. Perdón y sí.Claro que sí, desde luego que desde dentro, siempre.
BEsos,
Un abrazote espectante para ti, querida Maribel novelista. Mañana me asomaré temprano por tu casita.
Un beso,
Millones de gracias, NàN, por tu argumento vital, que si de hacer informes policiales se trata no soy, ni quiero ser, persona adecuada. Las hormigas me cuidaron bien, la cosa es que se empeñan en continuar conmigo.
Beso,
QUIERO MÁS!
y no me importa que sea subjetivo, es más quiero que sea subjetivo, porque es como tu lo viviste, como te lo has dejado sentir, como lo creas cuando lo revives...
Genial lo de ¿para toda lo noche o para un ratito? :-))))
Ola Izaskun,
Uma vez mais obrigada! Muito obrigada, Amiga.
Bom a crónica é deliciosa e claro a abertura e a maneira como as perguntas se fazem sem rodeios, nada tem que ver com as maneiras a que estamos habituados. O Sergio ainda hoje me diz que eu para dizer algo rodeio e rodeio...
Confesso que gosto mais desta "verdade" franca e directa. Imediatamente te situas e sabes com que contar.
Um beijo, Helena
Izaskun, te dejo un comentario para un ratito, el mas simple que tengas, cuando tu cohorte de bermejas hormigas alcancen su destino.
Recibe el calor de mi gratitud por dejar que te acompañe en tu travesía o diré mejor travesura vital, ya que imagino que todavía tienes la sensación de los olores tropicales en la piel.
Ampáranos con tus historias.
Un abrazo a mano alzada.
Sergio Astorga
Querida Brujita animadora, procuraremos que haya más mientras el cuerpo aguante.
¿De qué color es la nieve?
Mil gracias.
Querida Helena, entre las cosas que adoré en este viaje fue la franqueza que encontré y que tal vez llevaba. ¡Estoy harta de rodeos, de mentiras, de fingimientos!
Gracias a ti, siempre animándome.
Un abrazo de frente.
Travesura prefiero, querido Sergio, que traviesa niña y no atravesada mujer me quiero.
Amparémonos juntos de las historias que nos cercan.
Un abrazo entre hormigas protectoras.
Sr o Sra Lomelí, si bien me gusta el término husmear y su análogo canario golisnear y soy partidaria de los movimientos por vía olfativa, cuando visito blogs e indago en ellos y en sus enlaces lo hago abiertamente, motivo por el cual usted puede saber mi nombre, dirección, edad y otras circunstancias mientras que yo de usted no sé nada.
No considero poco ético adentrarme en blogs conocidos ni desconocidos y leer y rebuscar en ellos.
En relación a los enlaces, todos los que hay en esta bitácora han sido puestos con el permiso de sus titulares ya que mantengo la costumbre, que ha dado pie a numerosas risas en estos espacios, de pedir permiso antes de actuar.
Gracias por la visita,
Izaskun
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