En el año 2008 abrí esta bitácora a la que muchas de ustedes se asoman hoy por primera vez. La puse en marcha sin un objetivo concreto (¿pueden no serlo?) y me vertí en ella usando palabras propias y ajenas. No tenía la menor idea de cómo funcionaba este mundillo intangible pero real y me sorprendió recibir en poco tiempo numerosos comentarios que se tradujeron en otros tantos amigos. Fueron tiempos de amistad intensa y escritura caótica en los que
grité,
soñé,
inventé y
agradecí. Tiempos que pasaron y que hoy vengo a despedir, sin amargura, sin tristeza, con la ternura de quien cierra la última página de un libro sabiendo que siempre lo llevará dentro, con serenidad. Vengo a despedirme de esta página que lancé al océano porque no encuentro ya el tiempo para teclear en ella, porque la
librería que concebí me demanda, porque no le encuentro sentido a mantenerla abierta sin mimarla adecuadamente. Porque sí. Vengo a despedirme con un hasta luego porque no dejo de pensar que algún día abriré otra página y me reencontraré en ella con navegantes que ya me son imprescindibles y surcaré las palabras acompañada de mi Cachalote ausente. A despedirme con un adiós sin llanto, porque este sitio desaparecerá, pero no ustedes. A despedirme porque corren otros tiempos y me toca volver a las libretas, a las servilletas, a los papelitos sueltos; volver a la lectura.
Me voy queridas amigas. Me voy queridos amigos. Pero no, no pienso hacerlo sin darles las gracias, porque quiero, necesito hacerlo.
Gracias a todas aquellas personas que en los últimos años han visitado este sitio, a las calladas y a las que han dicho, a las conocidas y las anónimas. A todas, porque todas me han sostenido. Gracias a Gemma y a Paz, a Ángel y a NàN, a Toro, a Ciberculturalia, a Isabel (no te olvido), a Almazán, a Lauren, a la Zarzamora, a Ybris. Gracias a Lena, a Marisa, al Cangrejo y a Ilia. Gracias a Maribel y a Triana (qué ganas de otro pescaíto frito). Gracias a Raquel, a Stefano, a Juanma, a Marisa. Gracias a Miriam y a la Esponjita (México sigue pendiente). Gracias a todas las que olvido escribiendo de memorieta. Gracias a Juanan y a Pizarr, que están siempre. Gracias a María y a Arobo. Gracias a María Jesús Paradela y a Felipe. Gracias a Delirio y a quienes la hacen. Gracias a la Flamenquita. Gracias a quienes me han arropado, a quienes me han criticado, a quienes en algún momento sonrieron.
Me voy a la librería que debe ser para que mi familia sea y antes de hacerlo sigo agradeciendo y lo hago ahora a quienes siempre han estado y sé que estarán:
Gracias, Patrick, sé que estás.
Gracias, Alejandro Gelaz, a sus pies, caballero.
Gracias,
María Eugenia Mendoza, la librería no sería sin tu apoyo.
Gracias,
Sergio Astorga, amigo casi padre.
Gracias Helena Braga, mujer en pie de igualdad.
Gracias,
Lilian creadora de la escritura. Simpre llevaré conmigo a las chicas, a fábola, a los tigres y al desierto. Siempre llevaré tu palabra.
Y para no alargar más la despida que ya parece una mala ópera solo presentarles (es un momentito) a las personas que apoyan a la librera que soy y agradecerles que estén donde están:
Gracias a todas las escritoras que han pasado por aquí en los dos últimos años. Y a las que no han pasado, también. Gracias a las que ayer se dieron cita en la librería para celebrar el Día del Libro, para apoyar este proyecto loco, para palabrear sin cortapisas. Gracias a:
Ana Joyanes, Elena Morales, Balbina Rivero, Meme, Marcamar, Pilar Durán, Covadonga, Lazara Tania, Vivi, Verónica, Ángela. Gracias a Carmen de la Rosa, que me propuso el acto, a Balbina Rivero y a Covadonga que siempre procuran estar, a Cecilia Domínguez que lee desde la humildad de las grandes escritoras. Gracias a Juana Santana, a Nuria, a Gloria y Ana Beltrán (tu elegancia siempre me asombra). Gracias a Daniel Bernal que nos soportó estoicamente y leyó a Suzuki Masajo,. Sor Juana Inés y a Alejandra Pizarnik para nosotras.
Gracias a Puri por venir con su grupo del Tablero, por venir siempre, por su implicación. Gracias a Maite que se deja la piel en el apoyo incondicional.
Gracias.
Gracias a todas y todos los que vinieron, oyeron, compraron, compartieron.
Gracias a Bea por sus notas de prensa, a Elena Castillo por el ofrecimiento, a Beatriz por todo (gracias, Beatriz, cuando siento que no puedo más me asomo a tu blog y me obligo a seguir).
Gracias a Cao que nunca falla y a Teresa que viene pese a su salud.
Gracias a Ana Hernández, feminista hacedora de redes.
Gracias a Ana Jiménez y a Verónica Nielssen.
Gracias a quienes no nombre (no se me enfaden, que para la próxima apunto).
Gracias.
Gracias, Marina y Montse porque sé que hubieran venido. Y por el mismo motivo a Julia.
Gracias, Elsa, por tu respuesta.
Gracias.
Gracias, Margarita, tu paciencia rompe todos los límites de la lógica.
Gracias, Yeya, hacia tu bondad no tengo palabras pero no puedo dejar de decir que sin ti, sin duda, la librería llevaría algún tiempo cerrada.
Y ahora sí me voy, queridas, queridos.
Adiós.
Gracias.